Hay mariposas
que vuelan aun muertas en desiertos y arenales,
Emanando
risas y sentimientos fértiles en los secos y vacíos pensamientos del caos,
Para
desangrar la piel morena en un tiempo fijo,
Para arrancar
la piel quemada en la hierba verde,
Para lastimar
con dagas la piel canela en el cerro que siente,
Y colapsar ante la deteriorada piel clara que
rompe cristales si miente.
Que perenne
resulta la caótica historia que carcome a los huesos en pueblos muertos,
En pueblos sin
habla, en pueblos sin vista;
En pueblos sin
espíritu de lucha, en pueblos y en más pueblos desechables.
Ya nadie
despierta con una sonrisa sentida,
ya nadie
despierta con gusto e intriga.
Ahora se
pierden cual viles borregos que siguen las manadas sin hallar su dueño.
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